En primer lugar, ser asertivo. Significa tener la capacidad para comunicar sus ideas con claridad. Esto involucra una serie de aspectos que un buen emprendedor debe de preocuparse. Saber hablar, saber exponer, poder expresarse con claridad.
En segundo lugar, la capacidad de aunar voluntades. Buscar centros de convergencias, de no ser una persona que diverja, o que separe opiniones del resto. Que tenga capacidad para convocar, para sintetizar, para invitar, para aunar voluntades. Es una capacidad que se puede conscientemente desarrollar.
En tercer lugar, un buen emprendedor debe ser una persona inspiradora. Una persona que se apasione con su empresa. Que sea capaz de proyectar esta inspiración y esta pasión hacia todos quienes conforman su grupo de trabajo.
Cuarto, una gran capacidad de ejecución, de hacer, de realizar. No basta con tener buenas ideas. Se trata de poder llevarlas a cabo y de traducirlas en realidad.
Finalmente, resiliencia. El poder sobreponerse ante fracasos, situaciones difíciles, o cosas que no salen cómo las tenía previstas. Un buen emprendedor es el que se levanta. El que desde el fracaso o desde la adversidad es capaz de retomar su rumbo. Con más motivación y con más ganas de las que partió la primera vez que lo intentó.